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Versión Biblia Libre - Marcos - Marcos 9

Marcos 9:2-32

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2Seis días más tarde, Jesús llevó consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los condujo a lo alto de una montaña para estar allí a solas. Su apariencia cambió por completo.
3Sus vestiduras brillaban de lo blancas que estaban, más blancas de lo que cualquier persona sobre la tierra podría emblanquecer.
4Entonces Elías y Moisés se aparecieron frente a ellos también, y hablaban con Jesús.
5Pedro alzó la voz y dijo: “¡Rabí, para nosotros es maravilloso estar aquí! Deberíamos preparar tres albergues. Cada uno de nosotros haría uno: para ti, para Moisés y para Elías.”
6(¡En realidad, él no sabía qué decir porque los tres discípulos estaban muy asustados!)
7Entonces una nube los cubrió, y de la nube salió una voz que decía: “Este es mi Hijo, al que amo. Escúchenlo.”
8De repente, mientras los discípulos miraban, ya no había nadie. Solo Jesús estaba con ellos.
9Mientras descendían de la montaña, Jesús les dio instrucciones de no contarle a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre se hubiese levantado de entre los muertos.
10Ellos guardaron esto para sí, pero discutían sobre qué significaba eso de levantarse de entre los muertos.
11“¿Por qué los maestros religiosos afirman que Elías tiene que venir primero?” le preguntaron.
12“Es cierto que Elías viene primero para prepararlo todo,” respondió Jesús. “Pero, ¿por qué, entonces, dicen las Escrituras que el Hijo del hombre tiene que sufrir mucho y ser tratado con deprecio?
13Sin embargo, les digo que Elías vino, y ellos lo maltrataron de todas las formas que quisieron, tal como las Escrituras dicen que lo harían.”
14Cuando regresaron donde estaban los demás discípulos, vieron que estaban rodeados de una gran multitud y había allí algunos maestros religiosos discutiendo con ellos.
15Pero tan pronto como la multitud vio a Jesús, se asombraron, y corrieron a recibirlo.
16“¿Sobre qué están discutiendo ustedes con ellos?” les preguntó Jesús.
17Una de las personas de la multitud respondió: “Maestro, te traje a mi hijo. Él tiene un espíritu malo que no lo deja hablar.
18Cada vez que lo ataca, lo tira al suelo, y lo hace botar espuma por la boca, cruje sus dientes y su cuerpo se pone rígido. Le pedí a tus discípulos que sacaran este demonio de él, pero ellos no pudieron hacerlo.”
19“¡Pueblo incrédulo!” respondió Jesús. “¿Por cuánto tiempo debo permanecer aquí con ustedes? ¿Por cuánto tiempo tengo que soportarlos? ¡Tráiganmelo aquí!”
20Así que ellos lo trajeron donde Jesús. Cuando el espíritu malo vio a Jesús, de inmediato le produjo convulsiones al joven y lo lanzó al suelo, donde este comenzó a rodar de un lado al otro y a botar espuma por la boca.
21“¿Por cuánto tiempo ha tenido esto?” le preguntó Jesús al padre del joven. “Desde que era pequeño,” respondió el padre.
22“A menudo lo lanza al fuego para quemarlo y matarlo, o lo lanza al agua para ahogarlo. Por favor, ten misericordia de nosotros y ayúdanos, si puedes.”
23“¿Por qué dices, ‘si puedes?’” respondió Jesús. “¡Todo es posible para el que cree!”
24“Yo creo en ti,” gritó el hombre de inmediato. “Ayúdame a no desconfiar de ti.”
25Jesús, viendo que la multitud se aproximaba más, le dio orden al espíritu malo: “Espíritu que causa sordera y mudez, te ordeno que salgas de él y no regreses más.”
26El espíritu gritó y lanzó al joven al piso, causándole graves convulsiones. Entonces salió del joven y lo dejó casi muerto, al punto que muchas de las personas decían: está muerto.”
27Pero Jesús tomó al joven por la mano y lo ayudó a levantarse, y éste se puso en pie.
28Después, cuando Jesús estaba en casa, sus discípulos le preguntaron en privado: “¿Por qué nosotros no pudimos sacar al espíritu?”
29“Este tipo de espíritu no puede sacarse si no es con oración,” les dijo Jesús.
30Entonces se marcharon y pasaron por Galilea. Jesús no quería que nadie supiera donde estaba él
31porque estaba enseñándole a sus discípulos. “El Hijo del hombre será entregado a las autoridades humanas,” les dijo. “Ellos lo matarán, pero tres días después se levantará de nuevo.”
32Pero ellos no entendieron lo que él quiso decir y tenían mucho miedo como para preguntarle al respecto.

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