1Para el director del coro. Un salmo de los descendientes de Coré. En el Gitit. ¡Cuán maravilloso es el lugar donde vives, Señor todo poderoso!
2Anhelo estar los atrios del Señor, agonizo de dolor por no estar en ellos. Mi mente y mi cuerpo cantan de alegría por el Dios viviente.
3Señor Todopoderoso, mi Dios y mi rey, hasta un gorrión encuentra refugio ahí, y una golondrina construye un nido donde pueda criar a sus polluelos cerca de tu altar.
4¡Cuán felices son los que viven en tu casa, porque siempre están alabándote! Selah.
5Cuán felices son aquellos cuyas fuerzas están en ti, esos que ponen en sus corazones el deseo de peregrinar
6Cuando pasen por el valle de lágrimas lo convertirán en cascada de agua; y las lluvias tempranas lo convierten en zona de manantiales.
7Ellos van de fuerza en fuerza, y cada uno aparecerá ante Dios en Jerusalén.
8Señor, Dios Todopoderoso, por favor, escucha mi oración; escucha, Dios de Jacob. Selah.
9Por favor, Dios, mira a nuestro defensor, mira la cara de tu ungido.
10Un día en tus atrios es mejor que mil en cualquier otro lugar. Preferiría permanecer en la casa del Señor siendo portero, que vivir cómodamente en la casa de los malvados.