4Digo a los hombres de soberbia: que se haya ido tu orgullo, y a los pecadores: no se levante tu orgullo.
5No se levante tu orgullo; no dejes más palabras de soberbia en tus cuellos estirados.
6Porque el honor no viene del este, ni del oeste, ni del sur;
7Pero Dios es el juez, a éste humilla y levanta a otro.
8Porque en la mano del Señor hay una copa, y el vino es rojo; está bien mezclado, desbordando de su mano: hará que todos los pecadores de la tierra se apoderen de él, hasta la última gota.