8Correría a un lugar para esconderme, lejos del viento, a salvo de la tormenta furiosa.”
9¡Confúndelos, Señor! cambia lo que están diciendo, porque veo violencia y conflictos en la ciudad.
10Ellos patrullan los muros de la ciudad de día y de noche, pero los problemas y la maldad están adentro.
11Los que causan la destrucción están dentro de la ciudad; los fraudes y los engaños merodean en las calles.
12El problema es que no es un enemigo el que se burla de mí. Eso hasta podría soportarlo. Pero quien me insulta no es alguien que me odia. Si no, podría evitarlos.
13No, eres tú, un hombre igual a mí, ¡Mi mejor amigo, a quien conozco tan bien!
14Nuestra amistad era muy cercana. Solíamos tener grandes pláticas juntos mientras caminábamos con los demás hacia la casa del Señor.
15Que la muerte venga rápido sobre ellos; que bajen a la tumba con vida, porque los malvados encuentran ahí su hogar.
16Mientras tanto yo, clamaré al Señor, y él me salvará.
17Lloré y gemí día, tarde y noche, y él me escuchó.
18Me rescató, manteniéndome a salvo de mis atacantes, porque hay muchos en mi contra.
19Dios, quien ha gobernado desde el principio me oirá y les responderá. Selah. Porque ellos se rehúsan a cambiar y no respetan a Dios.
20Mientras que mi mejor amigo, atacó a sus amigos que no tenían ninguna pelea con él, rompió las promesas que les había hecho.
21Lo que dice es tan suave como la mantequilla, pero por dentro él solo planea guerra; sus palabras son tan calmantes como el aceite, pero cortan como espadas afiladas.
22Arroja tus cargas sobre el Señor y él te cuidará. Él no permitirá que aquellos que viven con rectitud caigan.