2Muchos me dicen: “Dios no puede salvarte.” Selah.
3Pero tu, oh Señor, eres un escudo protegiéndome. Tu me das la victoria; y sostienes mi cabeza en alto.
4Clamo al Señor pidiendo ayuda, y él me responde desde su monte santo. Selah.
5Me acuesto a dormir, y en la mañana me levanto porque el Señor cuida de mi.
6No tengo miedo de las decenas de miles que me rodean y que están en mi contra.