9No me rechaces ahora que estoy envejeciendo. Cuando mi fuerza se acabe, por favor, no me abandones.
10Porque mis enemigos hablan mal de mi. Son los mismos que conspiran para matarme.
11Ellos dicen: “Dios lo ha desechado. Vayamos a buscarlo porque no tiene a nadie que lo salve.”
12Dios, por favor, no te alejes de mi. ¡Dios mío, apresúrate a ayudarme!
13¡Vence a mis acusadores y deshazte de ellos! Que los que quieren acarrearme problemas queden cubiertos de vergüenza y desgracia.
14En cuanto a mi, seguiré poniendo mi esperanza en ti, y te alabaré cada vez más.
15Contaré cada día sobre tu bondad y tu salvación, aun cuando es incomprensible para mi.
16Vendré y explicaré lo que el Señor ha hecho. Le recordaré a las personas que solo tú actúas con justicia.
17Dios, tu me has enseñado desde que era joven y aún le cuento a otros sobre las maravillas que haces.
18Aunque estoy viejo y lleno de cabellos blancos, por favor, no me abandones. Déjame contarle a la nueva generación sobre tu poder. Déjame decirle a todos los que vienen sobre las grandes cosas que tú haces.
19¡Dios, tu fidelidad y verdadero carácter son más altos que los cielos! Tu has hecho cosas maravillosas, Dios. No hay nadie como tú.
20Me hiciste pasar por muchas tribulaciones y miseria, pero tú me traerás de regreso a la vida. Y me levantarás desde las profundidades de la tierra.
21Me otorgarás gran prestigio, y me harás feliz nuevamente.
22Entonces te alabaré con mi arpa por tu fidelidad, mi Dios. Cantaré alabanzas a ti con la lira, Dios Santo de Israel.
23Gritaré de alegría mientras canto alabanzas a ti, porque tu me has redimido.