1Para el director del coro. Un salmo de David. Dios, te suplico que escuches mi queja. Protégeme porque tengo miedo de mis enemigos.
2Guárdame de las conspiraciones de los malvados, de esta multitud llena de maldad.
3Sus palabras son hirientes como espadas, y de sus bocas emanan palabras venenosas como flechas.
4Desde sus escondites disparan contra los inocentes, sin ningún temor de ser atrapados.
5Animan a otros a hacer el mal y conspiran sobre cómo engañar a las personas diciendo: “Nadie lo sabrá.”
6Ellos conspiran en hacer el mal. Con orgullo dicen: “¡Qué gran plan hemos creado!”. No hay límites en las profundidades a las que la mente humana puede llegar.
7Pero Dios les disparará con flechas, y repentinamente caerán heridos.
8Tropezarán con sus propios engaños. Quienes los vean se reirán de ellos y con sus cabezas harán señal de burla.
9Entonces todos temerán. Dirán que esta es la obra de Dios, y se darán cuenta de las cosas que Él ha hecho.