6 En el ocaso vuelven, gruñendo como perros mientras merodean por la ciudad.
7 ¡Escucha las necedades que salen de sus bocas! Sus palabras son cortantes como espadas. Se dicen a sí mismos: “¿Quién puede oirnos?”
8 Pero tú, Señor, te ríes de ellos; viertes desprecio sobre las naciones.
9 ¡Tú eres mi fuerza! Te miraré, Dios, porque eres el único que me protege.
10 En su gran amor, Dios vendrá y me salvará. Me mostrará cómo mis enemigos son derrotados.