114Tú me mantienes a salvo y me defiendes. Tu palabra alimenta mi esperanza.
115Déjenme en paz, hombres malvados. Déjenme seguir los mandamientos de mi Dios.
116Sé mi sostén, Señor, como me lo has prometido, para poder seguir viviendo. No dejes que mi esperanza se convierta en desánimo.