34Y los llevó a su casa y mandó a preparar comida para ellos. Y el carcelero y toda su familia estaban felices porque creían en Dios.
35Siendo temprano, al día siguiente, el magistrado envió oficiales donde el carcelero, diciéndole: “Libera a esos hombres.”
36Entonces el carcelero le dijo a Pablo: “Los magistrados han enviado orden para dejarte libre. Así que puedes irte, y ve en paz.”
37Pero Pablo les dijo: “¡Ellos nos golpearon públicamente sin un juicio, y nosotros somos ciudadanos romanos! Luego nos echaron a la cárcel. ¿Ahora quieren dejarnos ir discretamente? ¡No, ellos deben venir personalmente y liberarnos!”
38Entonces los oficiales regresaron e informaron esto a los magistrados. Cuando oyeron que Pablo y Silas eran ciudadanos romanos, se preocuparon mucho,