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Lucas 8:3-55 in Spanish

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Lucas 8:3-55 in La Biblia en Español Sencillo

3 Y Juana, la esposa de Chuza, la principal sierva de Herodes, y Susana y muchas otras, que le dieron de su riqueza para sus necesidades.
4 Y cuando se reunió una gran cantidad de gente, y los hombres de cada ciudad salieron a él, les dio la enseñanza en forma de una historia:
5 El sembrador salió a sembrar su semilla, y mientras lo hacía, alguna fue arrojada al camino y fue aplastada bajo los pies, y fue comida por las aves del cielo.
6 Otra parte cayó sobre la roca, y cuando brotó se secó y murió porque no tenía humedad.
7 Otra parte cayó entre espinos, y las espinas crecieron juntamente con ella, la ahogaron.
8 Y otra parte cayó sobre la buena tierra, brotó y dieron fruto cien veces más. Y con estas palabras dijo en voz alta: El que tiene oídos, que oiga.
9 Y sus discípulos le hicieron preguntas sobre el punto de la historia.
10 Y él dijo: A ustedes les he dado a conocer los misterios del reino de Dios; pero a los demás, se les dan historias, para que al ver, no puedan ver, y oyendo no entiendan.
11 Ahora este es el punto de la historia: la semilla es la palabra de Dios.
12 Los que están al lado del camino son los que han oído; entonces el diablo viene y quita la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.
13 Y los que están sobre la roca son los que con alegría oyen la palabra; pero al no tener raíz, tienen fe por un tiempo, y cuando llega la prueba se dan por vencidos.
14 Y los que fueron entre espinos son los que escucharon y siguieron su camino, pero fueron abrumados por las preocupaciones y las riquezas y los placeres de la vida, y no dieron fruto.
15 Y los que están en la buena tierra son los que, habiendo prestado oído a la palabra, con corazón bueno y dispuesto, dan fruto con perseverancia.
16 Ningún hombre, cuando enciende la luz, pone una cubierta sobre ella, o la pone debajo de una cama, pero la pone sobre su mesa, para que los que entren puedan ver la luz.
17 Porque nada hay oculto, que no haya ser manifestado, y nada en secreto que no haya de ser conocido, y de salir a la luz.
18 Cuídense, pues, oigan bien, porque al que tiene, se le dará, y al que no tiene, se le quitará incluso lo que parece tener.
19 Y vinieron a él su madre y sus hermanos, y no pudieron acercarse por la gran cantidad de gente.
20 Y alguien le dijo: Tu madre y tus hermanos están afuera deseando verte.
21 Pero él les dijo a ellos en respuesta: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios y lo hacen.
22 Y aconteció uno de esos días que subió a un bote con sus discípulos; y él les dijo: Pasemos al otro lado del lago; y ellos partieron en el bote.
23 Mientras ellos navegaban, se fue a dormir; y una tempestad de viento descendió sobre el mar, y la barca se llenó de agua y se vieron en peligro.
24 Entonces vinieron a él y, le despertaron de su sueño, diciendo: Maestro, Maestro, la destrucción está cerca! Y él, cuando estaba despierto, dio órdenes al viento y las olas, y la tormenta llegó a su fin, y todo estaba en calma.
25 Y él les dijo: ¿Dónde está su fe?con miedo, se maravillaban, y se dijeron el uno al otro: ¿Quién es este, quién da órdenes incluso a los vientos y al agua y hacen lo que dice?
26 Y llegaron a la tierra de los gerasenos, que está frente a Galilea.
27 Y cuando llegó a la tierra, vino a él un hombre de la ciudad que estaba endemoniado; y durante mucho tiempo no se había vestido, y no estaba viviendo en una casa, sino en el cementerio.
28 Al ver a Jesús, dio un fuerte grito y descendió sobre la tierra delante de él, y dijo a gran voz: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? te ruego que no me atormentes.
29 Porque dio orden al espíritu malo para que salga del hombre. pues hacía mucho tiempo que se había apoderado de él; y lo mantuvieron bajo control, y lo encadenaron con cadenas y grillos; pero partiendo las cadenas en dos, y él demonio lo hacía huir a lugares desiertos.
30 Y Jesús le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él dijo: Legión; porque una cantidad de espíritus había entrado en él.
31 Y le rogaron que no les diera orden de irse a las profundidades.
32 Había una gran manada de cerdos en ese lugar, comiendo en la montaña; y los espíritus malignos le rogaron que los dejara ir a los cerdos, y él los dejó.
33 Y los espíritus malos salieron del hombre y entraron en los cerdos: y la manada se precipitó por una pendiente pronunciada en el agua y vino a la destrucción.
34 Y cuando los hombres que los cuidaban vieron lo que había sucedido, fueron rápidamente y dieron noticias de ello en la ciudad y en el campo.
35 Y salieron a ver lo que había sucedido, y vinieron a Jesús y vieron al hombre de quien habían salido los espíritus malos, sentado, vestido y con pleno uso de sus sentidos, a los pies de Jesús; y el miedo vino sobre ellos.
36 Y los que lo habían visto dieron cuenta de cómo el hombre que tenía los espíritus malignos fue sanado.
37 Y toda la gente del país de los Gerasenos le rogaron que se fuera de ellos; porque tenían gran temor; y subió a una barca y regresó.
38 Pero el hombre de quien salieron los espíritus malos tenía un gran deseo de estar con él, pero él lo envió lejos, diciendo:
39 Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y él se fue, divulgando a través de toda la ciudad las grandes cosas que Jesús había hecho por él.
40 Y cuando Jesús regresó, la gente se alegró de verlo, porque todos lo estaban esperando.
41 Entonces vino un hombre llamado Jairo, que era gobernante en la sinagoga, y descendió a los pies de Jesús, y le pidió que fuera a su casa;
42 Porque tenía una hija única, como de doce años, y estaba a punto de morir. Pero mientras él estaba en camino, la gente estaba presionando para estar cerca de él.
43 Y una mujer, que había tenido un flujo de sangre durante doce años, y había entregado todo su dinero a médicos, y ninguno de ellos pudo curarla,
44 Fue tras él y puso su mano al borde de su túnica, y de inmediato el flujo de su sangre se detuvo.
45 Y Jesús dijo: ¿Quién me estaba tocando? Y cuando todos dijeron: No soy yo, Pedro y los que estaban con él dijeron: Maestro, la gente te está empujando por todos lados.
46 Pero Jesús dijo: Alguien me estaba tocando, porque tuve la sensación de que el poder había salido de mí.
47 Y cuando la mujer vio que no era capaz de mantenerlo en secreto, ella vino temblando de miedo y, cayendo delante de él, dejó en claro ante todas las personas la razón por la que ella lo tocó, y cómo la sano enseguida.
48 Y él le dijo: Hija, tu fe te ha sanado; ve en paz.
49 Mientras él todavía estaba hablando, alguien vino de la casa del jefe de la sinagoga, diciendo: Tu hija está muerta; no sigas molestando al Maestro.
50 Pero al oír estas palabras, Jesús le dijo: No temas, solo ten fe, y ella será sana.
51 Y cuando llegó a la casa, no dejó entrar a nadie, sino a Pedro, a Juan, a Jacobo, al padre de la niña y a su madre.
52 Y toda la gente lloraba y lloraba por ella; pero él dijo: No estés triste, porque ella no está muerta, sino durmiendo.
53 Y se estaban riendo de él, seguros de que ella estaba muerta.
54 Pero él, tomando su mano, le dijo: Mi niña, levántate.
55 Y su espíritu regresó a ella y ella se levantó enseguida, y él ordenó que se le diera comida.
Lucas 8 in La Biblia en Español Sencillo

San Lucas 8:3-55 in Santa Biblia — Reina Valera 1909

3 Y Juana, mujer de Chuza, procurador de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían de sus haciendas.
4 Y como se juntó una grande compañía, y los que estaban en cada ciudad vinieron á él, dijo por una parábola:
5 Uno que sembraba, salió á sembrar su simiente; y sembrando, una parte cayó junto al camino, y fué hollada; y las aves del cielo la comieron.
6 Y otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no tenía humedad.
7 Y otra parte cayó entre las espinas; y naciendo las espinas juntamente, la ahogaron.
8 Y otra parte cayó en buena tierra, y cuando fué nacida, llevó fruto á ciento por uno. Diciendo estas cosas clamaba: El que tiene oídos para oir, oiga.
9 Y sus discípulos le preguntaron, diciendo, qué era esta parábola.
10 Y él dijo: A vosotros es dado conocer los misterios del reino de Dios; mas á los otros por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan.
11 Es pues ésta la parábola: La simiente es la palabra de Dios.
12 Y los de junto al camino, éstos son los que oyen; y luego viene el diablo, y quita la palabra de su corazón, porque no crean y se salven.
13 Y los de sobre la piedra, son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; mas éstos no tienen raíces; que á tiempo creen, y en el tiempo de la tentación se apartan.
14 Y la que cayó entre las espinas, éstos son los que oyeron; mas yéndose, son ahogados de los cuidados y de las riquezas y de los pasatiempos de la vida, y no llevan fruto.
15 Mas la que en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y llevan fruto en paciencia.
16 Ninguno que enciende la antorcha la cubre con vasija, ó la pone debajo de la cama; mas la pone en un candelero, para que los que entran vean la luz.
17 Porque no hay cosa oculta, que no haya de ser manifestada; ni cosa escondida, que no haya de ser entendida, y de venir á luz.
18 Mirad pues cómo oís; porque á cualquiera que tuviere, le será dado; y á cualquiera que no tuviere, aun lo que parece tener le será quitado.
19 Y vinieron á él su madre y hermanos; y no podían llegar á él por causa de la multitud.
20 Y le fué dado aviso, diciendo: Tu madre y tus hermanos están fuera, que quieren verte.
21 El entonces respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la ejecutan.
22 Y aconteció un día que él entró en un barco con sus discípulos, y les dijo: Pasemos á la otra parte del lago. Y partieron.
23 Pero mientras ellos navegaban, él se durmió. Y sobrevino una tempestad de viento en el lago; y henchían de agua, y peligraban.
24 Y llegándose á él, le despertaron, diciendo: ¡Maestro, Maestro, que perecemos! Y despertado él, increpó al viento y á la tempestad del agua; y cesaron, y fué hecha bonanza.
25 Y les dijo: ¿Qué es de vuestra fe? Y atemorizados, se maravillaban, diciendo los unos á los otros: ¿Quién es éste, que aun á los vientos y al agua manda, y le obedecen?
26 Y navegaron á la tierra de los Gadarenos, que está delante de Galilea.
27 Y saliendo él á tierra, le vino al encuentro de la ciudad un hombre que tenía demonios ya de mucho tiempo; y no vestía vestido, ni estaba en casa, sino por los sepulcros.
28 El cual, como vió á Jesús, exclamó y se postró delante de él, y dijo á gran voz: ¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Ruégote que no me atormentes.
29 (Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre: porque ya de mucho tiempo le arrebataba; y le guardaban preso con cadenas y grillos; mas rompiendo las prisiones, era agitado del demonio por los desiertos.)
30 Y le preguntó Jesús, diciendo: ¿Qué nombre tienes? Y él dijo: Legión. Porque muchos demonios habían entrado en él.
31 Y le rogaban que no les mandase ir al abismo.
32 Y había allí un hato de muchos puercos que pacían en el monte; y le rogaron que los dejase entrar en ellos; y los dejó.
33 Y salidos los demonios del hombre, entraron en los puercos; y el hato se arrojó de un despeñadero en el lago, y ahogóse.
34 Y los pastores, como vieron lo que había acontecido, huyeron, y yendo dieron aviso en la ciudad y por las heredades.
35 Y salieron á ver lo que había acontecido; y vinieron á Jesús, y hallaron sentado al hombre de quien habían salido los demonios, vestido, y en su juicio, á los pies de Jesús; y tuvieron miedo.
36 Y les contaron los que lo habían visto, cómo había sido salvado aquel endemoniado.
37 Entonces toda la multitud de la tierra de los Gadarenos alrededor, le rogaron que se fuese de ellos; porque tenían gran temor. Y él, subiendo en el barco, volvióse.
38 Y aquel hombre, de quien habían salido los demonios, le rogó para estar con él; mas Jesús le despidió, diciendo:
39 Vuélvete á tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y él se fué, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él.
40 Y aconteció que volviendo Jesús, recibióle la gente; porque todos le esperaban.
41 Y he aquí un varón, llamado Jairo, y que era príncipe de la sinagoga, vino, y cayendo á los pies de Jesús, le rogaba que entrase en su casa;
42 Porque tenía una hija única, como de doce años, y ella se estaba muriendo. Y yendo, le apretaba la compañía.
43 Y una mujer, que tenía flujo de sangre hacía ya doce años, la cual había gastado en médicos toda su hacienda, y por ninguno había podido ser curada,
44 Llegándose por las espaldas, tocó el borde de su vestido; y luego se estancó el flujo de su sangre.
45 Entonces Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los que estaban con él: Maestro, la compañía te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado?
46 Y Jesús dijo: Me ha tocado alguien; porque yo he conocido que ha salido virtud de mí.
47 Entonces, como la mujer vió que no se había ocultado, vino temblando, y postrándose delante de él declaróle delante de todo el pueblo la causa por qué le había tocado, y cómo luego había sido sana.
48 Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado: ve en paz.
49 Estando aún él hablando, vino uno del príncipe de la sinagoga á decirle: Tu hija es muerta, no des trabajo al Maestro.
50 Y oyéndolo Jesús, le respondió: No temas: cree solamente, y será salva.
51 Y entrado en casa, no dejó entrar á nadie consigo, sino á Pedro, y á Jacobo, y á Juan, y al padre y á la madre de la moza.
52 Y lloraban todos, y la plañían. Y él dijo: No lloréis; no es muerta, sino que duerme.
53 Y hacían burla de él, sabiendo que estaba muerta.
54 Mas él, tomándola de la mano, clamó, diciendo: Muchacha, levántate.
55 Entonces su espíritu volvió, y se levantó luego: y él mandó que le diesen de comer.
San Lucas 8 in Santa Biblia — Reina Valera 1909

Lucas 8:3-55 in Versión Biblia Libre

3 Juana, la esposa de Chuza, quien era el administrador de Herodes; Susana; y muchas otras que contribuían con sus recursos personales.
4 En cierta ocasión se reunió una gran multitud que venía de muchas ciudades para verlo. Jesús les hablaba, usando relatos como ilustraciones.
5 “Un granjero salió a sembrar su semilla. Mientras la esparcía, algunas cayeron en el camino, donde las personas las pisaban y las aves se las comían.
6 Algunas cayeron sobre suelo rocoso, y cuando las semillas germinaron se marchitaron por falta de humedad.
7 Algunas otras semillas cayeron entre espinos, y como crecieron juntos, los espinos ahogaron las plantas.
8 Algunas semillas cayeron en buen suelo y después que crecieron produjeron una cosecha cien veces mayor de lo que se había sembrado.” Después que les dijo esto, exclamó: “¡Si ustedes tienen oídos, oigan!”
9 Pero sus discípulos le preguntaron: “¿Qué quiere decir esta ilustración?”
10 Jesús respondió: “A ustedes se les han dado entendimiento de los misterios del reino de Dios, pero a los demás se les han dado ilustraciones, de manera que ‘aunque ven, realmente no ven; y aunque oyen, realmente no entienden.’
11 “Este es el significado de la ilustración: la semilla es la palabra.
12 Las semillas que caen en el camino son los que oyen el mensaje, pero el diablo se lleva la verdad de sus mentes a fin de que ellos no puedan confiar en Dios ni salvarse.
13 Las semillas que caen en las rocas son aquellos que oyen y reciben el mensaje con alegría pero no tienen raíces. Creen por un tiempo pero cuando llegan momentos difíciles se rinden.
14 Las semillas que caen entre los espinos son aquellos que oyen el mensaje pero es ahogado por las distracciones de la vida—preocupaciones, riqueza, placer— y no produce nada.
15 Las semillas que son sembradas en buena tierra son aquellos que son honestos y hacen lo correcto. Ellos oyen el mensaje de la verdad, se aferran a él, y por su perseverancia producen buena cosecha.
16 “Nadie enciende una lámpara y luego la cubre con una cesta, o la esconde bajo la cama. No. Se coloca sobre un lugar alto para que todos los que entran puedan ver la luz.
17 Porque no hay nada oculto que no sea revelado; no hay nada secreto que no llegue a saberse y sea obvio.
18 “Así que estén atentos a la manera como ‘oyen.’ A los que han recibido, se les dará más; y los que no reciben, ¡incluso lo que ellos creen que tienen se les quitará!”
19 Entonces la madre de Jesús y sus hermanos llegaron, pero no pudieron pasar en medio de la multitud para verlo.
20 Entonces le dijeron a Jesús: “Tu madre y tus hermanos están afuera. Quieren verte.”
21 “Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la palabra de Dios y hacen lo que ella dice,” respondió Jesús.
22 Un día Jesús dijo a sus discípulos: “Crucemos al otro lado del lago.” Así que se subieron a un bote y partieron.
23 Mientras navegaban, Jesús se durmió, y llegó una tormenta sobre el lago. El bote comenzó a inundarse y corrían peligro de hundirse.
24 Entonces ellos fueron donde estaba Jesús y lo despertaron. “Maestro, maestro, ¡vamos a ahogarnos!” dijeron ellos. Jesús entonces se despertó y ordenó al viento y a las fuertes olas que se detuvieran. Y se detuvieron, y todo quedó en calma.
25 “¿Dónde está su confianza?” les preguntó. Aterrorizados y sorprendidos, ellos se decían unos a otros: “Pero ¿quién es este? ¡Da órdenes a los vientos y a las aguas y éstos le obedecen!”
26 Entonces navegaron y atravesaron la región de Gerasene, que estaba al otro lado de Galilea.
27 Cuando Jesús descendió del bote a la orilla, un hombre poseído por un demonio vino desde la ciudad a verlo. Por mucho tiempo no había usado ropas ni había vivido en casa alguna. Vivía en las tumbas.
28 Cuando vio a Jesús gritó, se lanzó a los pies de Jesús y le preguntó en voz alta: “¿Qué quieres conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡Por favor, no me tortures, te lo ruego!”
29 Pues Jesús ya le había ordenado al espíritu maligno que saliera del hombre. A menudo se apoderaba de él, y a pesar de estar atado con cadenas y grilletes, y puesto bajo guardia, él rompía las cadenas y era llevado por el demonio a regiones desiertas.
30 “¿Cuál es tu nombre?” le preguntó Jesús. “Legión,” respondió, pues habían entrado muchos demonios en él.
31 Ellos le rogaban a Jesús que no los mandara al Abismo.
32 Y había un enorme hato de cerdos que comían junto a la ladera, y los demonios le suplicaron que les permitiera entrar en los cerdos. Entonces Jesús les dio permiso,
33 así que ellos dejaron al hombre y entraron en los cerdos. El hato de cerdos salió corriendo por la pendiente empinada hacia el lago y los cerdos se ahogaron.
34 Cuando los cuidadores de cerdos vieron lo que había ocurrido, salieron corriendo y difundieron la noticia por toda la ciudad y el campo.
35 El pueblo salió a ver lo que había ocurrido. Cuando vinieron donde estaba Jesús, encontraron al hombre libre de demonios. Estaba sentado a los pies de Jesús, usando ropas y en su sano juicio; y se asustaron.
36 Los que habían visto lo ocurrido explicaron cómo había sido curado el hombre endemoniado.
37 Entonces toda la gente de la región de Gerasene le pidió a Jesús que se fuera porque estaban abrumados por el temor. Entonces Jesús entró al bote y regresó.
38 El hombre que había sido liberado de los demonios le suplicó que lo dejara ir con él, pero Jesús le ordenó que se marchara:
39 “Regresa a casa, y cuéntale a la gente todo lo que Dios ha hecho por ti,” le dijo Jesús. Así que él se fue, contándole a toda la ciudad todo lo que Jesús había hecho por él.
40 Había allí una multitud de personas para recibir a Jesús cuando regresara, y todos estaban esperándolo con entusiasmo.
41 Uno de ellos era un hombre llamado Jairo, quien era líder de una sinagoga. Él vino y se postró ante los pies de Jesús. Le suplicó que viniera a su casa
42 porque su única hija estaba muriendo. Y ella tenía aproximadamente doce años de edad. Aunque Jesús iba de camino, las personas iban amontonándose a su alrededor.
43 Entre la multitud había una mujer que había sufrido de sangrado durante doce años. Y había gastado todo lo que tenía en médicos, pero ninguno de ellos había podido ayudarla.
44 Ella se acercó a Jesús por detrás y tocó el borde de su manto. E inmediatamente el sangrado se detuvo.
45 “¿Quién me tocó?” preguntó Jesús. Todos los que lo rodeaban negaron haberlo hecho. “Pero Maestro,” dijo Pedro, “hay mucha gente aglomerada a tu alrededor, y todos empujan hacia ti.”
46 “Alguien me tocó,” respondió Jesús. “Lo sé porque salió poder de mí.”
47 Cuando la mujer se dio cuenta de que lo que había hecho no quedaría inadvertido, pasó al frente, temblando, y se postró delante de Jesús. Justo allí frente a todos ella explicó la razón por la que había tocado a Jesús, y que había sido curada de inmediato.
48 Jesús le dijo: “Hija, tu fe te ha sanado, vete en paz.”
49 Mientras aún hablaba, alguien vino de la casa del líder de la sinagoga para decirle: “Tu hija murió. Ya no necesitas molestar más al maestro.”
50 Pero cuando oyó esto, Jesús le dijo a Jairo: “No tengas miedo. Si crees, ella será sanada.”
51 Cuando Jesús llegó a la casa, no permitió que nadie más entrara, excepto Pedro, Juan y Santiago, y el padre y la madre de la niña.
52 Todas las personas que estaban allí lloraban y se lamentaban por ella. “No lloren,” les dijo Jesús. “Ella no está muerta, solo está durmiendo.”
53 Entonces ellos se rieron de él, porque sabían que ella estaba muerta.
54 Pero Jesús la tomó de la mano, y dijo en voz alta: “Hija mía, ¡levántate!”
55 Entonces ella volvió a vivir, y se levantó enseguida. Y Jesús les indicó que le dieran algo de comer.
Lucas 8 in Versión Biblia Libre