4 El enemigo ha gritado en victoria justo en el lugar donde te reuniste con nosotros. Han levantado sus estandartes como símbolos de su victoria.
5 Actuaron como hombres que talan el bosque con sus hachas.
6 Con hachas y martillos destrozaron los paneles tallados.
7 Luego prendieron fuego a tu Templo, reduciéndolo a cenizas. Profanaron tu casa, el lugar que lleva tu nombre.
8 Dijeron para sí mismos: “¡Destruyámoslo todo!” Así que quemaron cada uno de los lugares de adoración a Dios en la tierra.
9 Ya no vemos ninguna de tus señales. No ha quedado ni un profeta, y ninguno entre nosotros sabe hasta cuándo durará esto.
10 ¿Hasta cuándo, Dios, te ridiculizará el enemigo? ¿Van a insultar tu nombre para siempre?
11 ¿Por qué te abstienes de actuar? ¡Actúa ahora y destrúyelos!
12 Pero tu, Dios, eres nuestro rey desde hace mucho tiempo. Nos has salvado muchas veces en esta tierra.
13 Tu fuiste aquél que dividió el mar con tu poder, y rompiste las cabezas de los monstruos marinos.
14 Tú fuiste Aquél que aplastó las cabezas de Leviatán, y su cuerpo lo diste a comer a los animales del desierto.
15 Tú fuiste Aquél que hizo fluir los ríos y fuentes de aguas. También hiciste que los ríos permanentes se secaran.
16 Tú creaste el día y también la noche. Hiciste la luna y el sol.
17 Tú estableciste los límites de la tierra; Estableciste el verano y el invierno.
18 No olvides cómo el enemigo te ha ridiculizado, Señor, y con cuanto irrespeto han insultado tu nombre.
19 ¡No dejes que estos animales salvajes maten a tus tórtolas! ¡No abandones a tu pueblo para siempre!
20 Recuerda la promesa del pacto, porque la tierra está llena de lugares oscuros y de violencia.
21 No dejes que los que sufren sean maltratados otra vez. Deja que los pobres y necesitados te alaben.
22 Levántate, Dios, y pelea tu causa. No olvides cuánto te han insultado estas personas necias todo el tiempo.