3 Porque tuve envidia de los insensatos, viendo la prosperidad de los impíos.
4 Porque no hay ataduras para su muerte; antes su fortaleza está entera.
5 No están ellos en el trabajo humano; ni son azotados con los otros hombres.
6 Por tanto soberbia los corona: cúbrense de vestido de violencia.
7 Sus ojos están salidos de gruesos: logran con creces los antojos del corazón.
8 Soltáronse, y hablan con maldad de hacer violencia; hablan con altanería.
9 Ponen en el cielo su boca, y su lengua pasea la tierra.
10 Por eso su pueblo vuelve aquí, y aguas de lleno les son exprimidas.
11 Y dicen: ¿Cómo sabe Dios? ¿y hay conocimiento en lo alto?
12 He aquí estos impíos, sin ser turbados del mundo, alcanzaron riquezas.
13 Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón, y lavado mis manos en inocencia;
14 Pues he sido azotado todo el día, y empezaba mi castigo por las mañanas.
15 Si dijera yo, Discurriré de esa suerte; he aquí habría negado la nación de tus hijos: