5 Porque tú, Señor y Dios, eres mi esperanza. Tú eres en quien he confiado desde que era joven.
6 Desde que nací he dependido de ti y me has cuidado desde que estaba en el vientre de mi madre. ¡Por eso siempre te alabo!
7 Mi vida ha sido un milagro ante muchos; porque tú has sido mi protector poderoso.
8 ¡Todo el día te alabo y hablo de tus maravillas!
9 No me rechaces ahora que estoy envejeciendo. Cuando mi fuerza se acabe, por favor, no me abandones.