5 Los orgullosos no pueden venir ante tu presencia. Tú odias a todos los que hacen el mal.
6 Tú destruirás a los mentirosos. El Señor aborrece a los sanguinarios y engañadores.
7 Pero por la grandeza de tu amor fiel, puedo venir a tu casa, y maravillado de ti me postro en tu Santo Templo.
8 Guíame, Señor, tú que siempre haces lo recto, y sálvame de mis enemigos. Muéstrame con claridad tu camino.
9 No se puede confiar en nada de lo que ellos dicen, pues su deseo es destruir. Su garganta es como una tumba abierta, y sus lenguas están llenas de adulación.
10 ¡Dios, condénalos y decláralos culpables! Hazlos caer por causa de sus planes de maldad. Deséchalos por causa de sus pecados, porque se han rebelado contra ti.