2 Escucha mi súplica por tu ayuda, mi Rey y mi Dios, porque a ti oro.
3 Por favor, Señor, escucha lo que vengo a decirte en las horas de la mañana. Cada mañana traigo a ti mis peticiones y espero tu respuesta.
4 Porque tú no eres un Dios que se deleita en la maldad, y contigo el mal no tiene cabida.
5 Los orgullosos no pueden venir ante tu presencia. Tú odias a todos los que hacen el mal.
6 Tú destruirás a los mentirosos. El Señor aborrece a los sanguinarios y engañadores.