4 ¡Mi corazón late en agonía! Estoy aterrorizado, ¡Siento que voy a morir!
5 Estoy en pánico, temblando con miedo; sentimientos de horror me inundan.
6 Me digo a mí mismo: “¡Si tan solo Dios me diera alas como una paloma para que pudiera volar lejos y estar en paz!
7 Volaría muy lejos para escapar, y me quedaría en el desierto. Selah.
8 Correría a un lugar para esconderme, lejos del viento, a salvo de la tormenta furiosa.”
9 ¡Confúndelos, Señor! cambia lo que están diciendo, porque veo violencia y conflictos en la ciudad.
10 Ellos patrullan los muros de la ciudad de día y de noche, pero los problemas y la maldad están adentro.
11 Los que causan la destrucción están dentro de la ciudad; los fraudes y los engaños merodean en las calles.
12 El problema es que no es un enemigo el que se burla de mí. Eso hasta podría soportarlo. Pero quien me insulta no es alguien que me odia. Si no, podría evitarlos.
13 No, eres tú, un hombre igual a mí, ¡Mi mejor amigo, a quien conozco tan bien!
14 Nuestra amistad era muy cercana. Solíamos tener grandes pláticas juntos mientras caminábamos con los demás hacia la casa del Señor.
15 Que la muerte venga rápido sobre ellos; que bajen a la tumba con vida, porque los malvados encuentran ahí su hogar.