3 Admito mi rebelión; mi pecado siempre me golpea a la cara.
4 He pecado contra ti, solamente contra ti. He hecho el mal ante tus ojos. Por eso, lo que dices está bien, y lo que me juzgas es correcto.
5 Es verdad que nací siendo culpable, pecador desde el momento en que fui concebido.
6 Pero tú quieres confiar en lo que hay en el interior; me has enseñado sabiduría desde lo más profundo.
7 Purifícame con hisopo para que pueda quedar limpio; lávame para que pueda ser blanco como la nieve.
8 Por favor, permíteme escuchar alegría y felicidad otra vez; permite que los huesos que has roto se gocen una vez más.
9 Aparta tu cara de ver mis pecados; por favor, limpia mi culpa.
10 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, y hazme fiel otra vez.
11 No me expulses de tu presencia; no alejes tu Santo Espíritu de mí.
12 Dame una vez más la alegría de tu salvación. Ayúdame a tener un carácter dispuesto.
13 Para entonces poder mostrarle tus caminos a los rebeldes, y los pecadores volverán a ti.
14 Perdóname, ¡Oh, Dios! Por toda la sangre que he derramado, y cantaré de alegría por tu bondad, Dios de mi salvación.