3 Y saca la lanza, cierra contra mis perseguidores; di á mi alma: Yo soy tu salud.
4 Avergüéncense y confúndanse los que buscan mi alma: vuelvan atrás, y sean avergonzados los que mi mal intentan.
5 Sean como el tamo delante del viento; y el ángel de Jehová los acose.
6 Sea su camino oscuridad y resbaladeros; y el ángel de Jehová los persiga.
7 Porque sin causa escondieron para mí su red en un hoyo; sin causa hicieron hoyo para mi alma.
8 Véngale el quebrantamiento que no sepa, y su red que escondió lo prenda: con quebrantamiento en ella caiga.
9 Y gócese mi alma en Jehová; y alégrese en su salud.
10 Todos mis huesos dirán: Jehová, ¿quién como tú, que libras al afligido del más fuerte que él, y al pobre y menesteroso del que le despoja?
11 Levantáronse testigos falsos; demandáronme lo que no sabía;
12 Volviéronme mal por bien, para abatir á mi alma.
13 Mas yo, cuando ellos enfermaron, me vestí de saco; afligí con ayuno mi alma, y mi oración se revolvía en mi seno.
14 Como por mi compañero, como por mi hermano andaba; como el que trae luto por madre, enlutado me humillaba.
15 Pero ellos se alegraron en mi adversidad, y se juntaron; juntáronse contra mí gentes despreciables, y yo no lo entendía: despedazábanme, y no cesaban;
16 Con los lisonjeros escarnecedores truhanes, crujiendo sobre mí sus dientes.