50 ¡En medio de mi miseria, solo me consuela tu promesa y me alienta a seguir!
51 Los arrogantes se burlan de mi, pero yo no abandonaré tus enseñanzas.
52 Medito en las instrucciones que nos diste hace mucho tiempo, Señor, y me proporcionan seguridad.
53 Me enojo con los malvados porque ellos han rechazado tu ley.
54 Tus enseñanzas son música a mis oídos en todo lugar donde habito.
55 Por la noche pienso en quien tú eres, Señor, y hago tu voluntad.
56 Porque vivo siguiendo tus principios.
57 Señor, ¡tú eres mío! He prometido hacer tu voluntad.
58 Mi ser entero anhela tu bendición. Por favor, sé bondadoso conmigo, como me lo has prometido.
59 Al reflexionar sobre mi vida, vuelvo a decidir seguir tus enseñanzas.
60 Me apresuro a cumplir tus mandamientos sin vacilar.
61 Aún cuando los malvados traten de ponerme de su parte, no olvidaré tus enseñanzas.
62 De noche despierto para agradecerte porque tu ley es buena.
63 Me agradan los que te siguen, los que hacen tu voluntad.
64 Señor, tú amas a todos los habitantes de la tierra, pero a mi muéstrame tu voluntad.
65 Tú has sido muy bueno conmigo, Señor, tal como me lo has prometido.
66 Ahora enséñame a hacer juicio con justicia y a tener discernimiento porque creo en tus enseñanzas.
67 Antes estuve sufriendo, mientras vagaba lejos de ti, pero ahora hago tu voluntad.
68 Como eres bueno, todo lo que haces es bueno. Enséñame, Señor, tus caminos.