11 Y gimas en tus postrimerías, cuando se consumiere tu carne y tu cuerpo,
12 Y digas: ¡Cómo aborrecí el consejo, y mi corazón menospreció la reprensión;
13 Y no oí la voz de los que me adoctrinaban, y á los que me enseñaban no incliné mi oído!
14 Casi en todo mal he estado, en medio de la sociedad y de la congregación.
15 Bebe el agua de tu cisterna, y los raudales de tu pozo.
16 Derrámense por de fuera tus fuentes, en las plazas los ríos de aguas.
17 Sean para ti solo, y no para los extraños contigo.
18 Sea bendito tu manantial; y alégrate con la mujer de tu mocedad.
19 Como cierva amada y graciosa corza, sus pechos te satisfagan en todo tiempo; y en su amor recréate siempre.
20 ¿Y por qué, hijo mío, andarás ciego con la ajena, y abrazarás el seno de la extraña?
21 Pues que los caminos del hombre están ante los ojos de Jehová, y él considera todas sus veredas.