10 Porque no se harten los extraños de tu fuerza, y tus trabajos estén en casa del extraño;
11 Y gimas en tus postrimerías, cuando se consumiere tu carne y tu cuerpo,
12 Y digas: ¡Cómo aborrecí el consejo, y mi corazón menospreció la reprensión;
13 Y no oí la voz de los que me adoctrinaban, y á los que me enseñaban no incliné mi oído!