4 ¿Quién subió al cielo, y descendió? ¿quién encerró los vientos en sus puños? ¿quién ató las aguas en un paño? ¿quién afirmó todos los términos de la tierra? ¿cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes?
5 Toda palabra de Dios es limpia; es escudo á los que en él esperan.
6 No añadas á sus palabras, porque no te reprenda, y seas hallado mentiroso.
7 Dos cosas te he demandado; no me las niegues antes que muera.
8 Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí. No me des pobreza ni riquezas; manténme del pan que he menester;
9 No sea que me harte, y te niegue, y diga, ¿Quién es Jehová? ó no sea que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios.
10 No acuses al siervo ante su señor, porque no te maldiga, y peques.
11 Hay generación que maldice á su padre, y á su madre no bendice.
12 Hay generación limpia en su opinión, si bien no se ha limpiado su inmundicia.
13 Hay generación cuyos ojos son altivos, y cuyos párpados son alzados.
14 Hay generación cuyos dientes son espadas, y sus muelas cuchillos, para devorar á los pobres de la tierra, y de entre los hombres á los menesterosos.
15 La sanguijuela tiene dos hijas que se llaman, Trae, trae. Tres cosas hay que nunca se hartan; aun la cuarta nunca dice, Basta:
16 El sepulcro, y la matriz estéril, la tierra no harta de aguas, y el fuego que jamás dice, Basta.
17 El ojo que escarnece á su padre, y menosprecia la enseñanza de la madre, los cuervos lo saquen de la arroyada, y tráguenlo los hijos del águila.