31 Y he aquí que por toda ella habían ya crecido espinas, ortigas habían ya cubierto su haz, y su cerca de piedra estaba ya destruída.
32 Y yo miré, y púselo en mi corazón: vilo, y tomé consejo.
33 Un poco de sueño, cabeceando otro poco, poniendo mano sobre mano otro poco para dormir;
34 Así vendrá como caminante tu necesidad, y tu pobreza como hombre de escudo.