6 Y se fueron, recorriendo todas las ciudades, predicando el evangelio y sanando a los enfermos en todos los lugares.
7 Ahora bien, el rey Herodes tenía noticias de todas estas cosas que hacía Jesús; y estaba en duda, porque algunos decían: que Juan había resucitado;
8 Y por algunos, que Elías había venido; y por otros, que uno de los antiguos profetas había resucitado.
9 Y Herodes dijo: Le di muerte a Juan, pero ¿quién es este, de quien se me dan tales historias? Y él tenía un deseo de verlo.
10 Y los doce, cuando volvieron, le dieron cuenta de lo que habían hecho. Y él los tomó con él, a un lugar desierto a un pueblo llamado Betsaida.
11 Pero el pueblo, al recibir noticias de él, fue tras él; y él les recibió, y les dio enseñanza acerca del reino de Dios, y sanaba a los que necesitaban sanidad.
12 Cuando comenzó atardecer; y los doce vinieron a él y le dijeron: Envía a esta gente para que vayan a las ciudades y a la comarca, y busquen lugares de descanso y comida para ellos, porque estamos en un lugar desolado.
13 Pero él dijo: ustedes denles de comer. Y dijeron: Solo tenemos cinco panes y dos pescados, a no ser que nosotros vayamos a comprar comida para todas estas personas.
14 Porque había como cinco mil hombres. Y dijo a sus discípulos: Haz que se sienten en grupos, de cincuenta por grupo.
15 Y lo hicieron así, e hicieron que todos estuvieran sentados.
16 Y tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, los bendijo, y cuando se rompieron, se los dio a los discípulos para que los dieran a la gente.
17 Y todos tomaron comieron y tuvieron suficiente; y recogieron lo que les sobró, doce canastas llenas.
18 Y sucedió que cuando estaba en oración aparte, y los discípulos estaban con él, les hizo una pregunta, diciendo: ¿Quién dice el pueblo que soy yo?
19 Y ellos, respondiendo, dijeron: Juan el Bautista; pero otros dicen Elías; y otros, que uno de los viejos profetas ha resucitado.
20 Y él dijo: ¿Pero ustedes quién dicen que soy? Y Pedro, respondiendo, dijo: El Cristo de Dios.
21 Pero él les dio órdenes especiales, para que no le dijeran esto a nadie;
22 Diciendo: Es necesario que El Hijo del hombre sufrirá mucho, y será desechado por los ancianos, los principales sacerdotes y los maestros de la ley, y será muerto, y al tercer día volverá a la vida.
23 Y les dijo a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz cada día, y venga en pos de mí.
24 Porque al que tiene el deseo de guardar su vida, la perderá, pero el que entregue su vida por mí, la salvará.
25 ¿Qué aprovecha el hombre si gana todo el mundo, pero se pierde o destruye a sí mismo?
26 Porque si alguno tiene un sentimiento de vergüenza por mí o por mis palabras, el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en su gloria y la gloria del Padre y de los santos ángeles.