8 “Asegúrense que nadie los engañe,” les advirtió Jesús. “Muchas personas vendrán afirmando que soy yo, diciendo, ‘¡Aquí estoy!’ y ‘¡Ha llegado la hora!’ pero no los sigan.
9 Cuando oigan que hay guerras y revoluciones, no se asusten, porque estas cosas tienen que suceder primero, pero el fin no vendrá enseguida.”
10 “Las naciones se pelearán unas contra otras, y los reinos unos contra otros,” les dijo.
11 “Habrá grandes terremotos, hambres, y enfermedades contagiosas en muchos lugares, y muchas señales extraordinarias aparecerán en el cielo, y serán aterrorizadoras.
12 Pero antes de que todo esto suceda, ellos los tomarán a ustedes por la fuerza y los perseguirán. Los arrastrarán ante las sinagogas y los pondrá en prisión, los llevarán a juicio ante reyes y gobernantes por mi causa.
13 Pero esto resultará siendo una oportunidad para que ustedes hablen por mí delante ellos.
14 Así que decidan de antemano no preocuparse por cómo van a defenderse,
15 pues yo les daré palabras de sabiduría que sus enemigos no podrán rebatir o contradecir.
16 Ustedes serán entregados incluso por sus padres, hermanos, parientes y amigos, y ellos los matarán.
17 Todos los aborrecerán por mi causa.
18 Pero ni un solo cabello de sus cabezas se perderá.
19 Si permanecen firmes, ganarán sus vidas.
20 “Sin embargo, cuando vean a Jerusalén rodeada por ejércitos, entonces sabrán que su destrucción está cerca.
21 Aquellos que estén en Judea deben huir a las montañas, y los que estén en Jerusalén deben partir, y los que estén en el campo no deben ir a la ciudad.
22 Porque estos son días de castigo, cumpliendo todo lo que está escrito.
23 “¡Cuán duro será para aquellas que estén embarazadas o amamantando hijos en ese tiempo! Porque pronto viene la tribulación sobre la tierra y el castigo contra este pueblo.
24 Serán asesinados con espada y llevados como prisioneros a todas las naciones. Jerusalén será pisoteada por las naciones extranjeras hasta que se haya cumplido su tiempo.