20 Pero como no creíste lo que te dije, te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el momento indicado, cuando mis palabras se cumplan.”
21 Afuera el pueblo estaba esperando a Zacarías, preguntándose por qué estaba demorando tanto en el templo.
22 Cuando finalmente salió, no pudo hablarles. Y ellos se dieron cuenta de que había tenido una visión en el templo, pues aunque podía hacer señas, estaba completamente mudo.
23 Después que hubo terminado su turno de servicio, regresó a casa.
24 Poco tiempo después, su esposa Isabel quedó embarazada. Y se quedó en casa por cinco meses.
25 “El Señor ha hecho esto en mi favor,” dijo ella, “ahora que ha quitado la desgracia que tenía ante los ojos de los demás.”
26 Al sexto mes de su embarazo, Dios envió al ángel Gabriel a una joven llamada María, que vivía en la ciudad de Nazaret, en Galilea.
27 Ella estaba comprometida en matrimonio con un hombre llamado José.
28 El ángel la saludó. “Eres privilegiada en gran manera,” le dijo. “El Señor está contigo.”
29 María estaba muy confundida por lo que él le dijo, y se preguntaba cuál era el significado de ese saludo.
30 “No te preocupes, María,” siguió diciendo el ángel, “pues Dios te ha mostrado su gracia.
31 Quedarás embarazada y tendras un hijo. Lo llamarás Jesús.
32 Él será muy grande, y será llamado el Hijo del Altísimo. El Señor le dará el trono de David su padre,
33 y reinará sobre la casa de Jacob para siempre. Su reino nunca tendrá fin.”
34 “¿Cómo es esto posible?” preguntó María. “Aún soy virgen.”
35 “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá. El bebé que va a nacer es santo, y será llamado el Hijo de Dios.
36 E Isabel, tu pariente, aún a su avanzada edad, está embarazada también. La mujer de quien el pueblo decía que no podía tener hijos, ya tiene seis meses de embarazo.
37 Nada es imposible para Dios.”
38 “Aquí estoy, lista para ser la sierva del Señor,” dijo María. “Que suceda conmigo tal como dijiste.” Entonces el ángel se fue.
39 Poco después, María se alistó y se apresuró a las montañas de Judea, a la ciudad donde
40 estaba la casa de Zacarías. Al entrar llamó a Isabel.
41 Y tan pronto como Isabel escuchó la voz de María, el bebé saltó de alegría dentro de ella. Isabel estaba llena del Espíritu Santo,
42 y gritó con voz muy fuerte: “¡Cuán bendita eres entre las mujeres, y cuán bendito será el hijo que nacerá de ti!
43 ¿Por qué soy tan honrada en recibir la visita de la madre de mi Señor?
44 Tan pronto como escuché que me llamabas, saludándome, mi bebé saltó de alegría dentro de mí.
45 ¡Cuán afortunada eres, porque estás segura de que el Señor hará lo que te ha prometido!”
46 María respondió: “¡Cuánto alabo al Señor!
47 Estoy tan feliz con Dios, mi Salvador,
48 porque decidió que yo, su sierva, fuera digna de su consideración, a pesar de mi humilde procedencia. De ahora en adelante todas las generaciones dirán que fui bendecida.
49 El Dios Altísimo ha hecho grandes cosas por mí; su nombre es santo.
50 Su misericordia dura de generación en generación para aquellos que lo respetan.
51 Con su poder él ha destruido en pedazos a quienes con arrogancia piensan que son muy sabios.
52 Él derriba a los poderosos de sus tronos, y exalta a los humildes.
53 Él llena a los hambrientos con cosas buenas para comer, y echa a los ricos con las manos vacías.
54 Él ha ayudado a su siervo Israel, acordándose de él con misericordia,
55 tal como se lo prometió a nuestros padres, a Abrahán y sus descendientes para siempre.”
56 Y María se quedó con Isabel durante tres meses y luego regresó a su casa.
57 Llegó el momento en que Isabel tendría su bebé, y tendro un hijo.
58 Sus vecinos y parientes oyeron cómo el Señor le había mostrado gran bondad, y celebraron con ella.
59 Ocho días después, vinieron para circuncidar al niño. Y planeaban llamarlo Zacarías, como su padre.
60 “No,” dijo Isabel. “Será llamado Juan.”
61 “Pero no hay ninguno entre tus parientes que tenga este nombre,” le dijeron.
62 Entonces le preguntaron por señas a Zacarías, el padre del niño, cómo quería llamar a su hijo.
63 Entonces Zacarías buscó algo sobre lo cual escribir. Para sorpresa de todos, escribió: “Su nombre es Juan.”