20 Porque el Padre tiene amor por el Hijo y le permite ver todo lo que hace, y le permitirá ver obras más grandes que estas para que puedas estar lleno de asombro.
21 De la misma manera, como el Padre a los muertos resucita y les da vida, así también el Hijo da vida a aquellos a quienes él se complace en darle.
22 El Padre no juzga a los hombres, sino que ha dado toda la autoridad de juzgar al Hijo;
23 Para que todos los hombres le den honor al Hijo, así como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo envió.
24 En verdad les digo, el hombre cuyos oídos están abiertos a mi palabra y que tiene fe en el que me envió, tiene vida eterna; él no será juzgado, sino que ha venido de la muerte a la vida.
25 De cierto, de cierto les digo, que viene el tiempo, y ahora ha venido, cuando la voz del Hijo de Dios vendrá a oídos de los muertos, y los que la oigan tendrán vida.
26 Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le ha dado al Hijo tener vida en sí mismo.
27 Y le ha dado autoridad para ser juez, porque él es el Hijo del hombre.
28 No se sorprendan de esto: porque vendrá tiempo cuando su voz vendrá a todos los que están en el lugar de los muertos,
29 y saldrán; aquellos que han hecho el bien, en la nueva vida; y los que hicieron mal, para ser juzgados.
30 Por mí mismo no puedo hacer nada: como la voz viene a mí, así tomó una decisión; y mi decisión es correcta porque no tengo ningún deseo de hacer lo que me agrada a mí mismo, sino sólo lo que es agradable para el que me envió.