8 Entonces entró el otro discípulo que llegó primero; y él vio y creyó en él.
9 Porque en ese momento ellos no habían entendido aún las las escrituras, que decía, que él tendría que volver de la muerte.
10 Entonces los discípulos se fueron otra vez a sus casas.
11 Pero María todavía estaba allí fuera de la cueva en la roca, llorando; y mientras lloraba y miraba dentro de la cueva,
12 vio a dos ángeles vestidos de blanco sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y el otro a los pies.
13 Ellos le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Ella les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto.
14 Y luego, mirando a su alrededor, vio a Jesús allí, pero no tenía idea de que era Jesús.
15 Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿a quién estás buscando? Ella, creyendo que era el jardinero, le dijo: “Señor, si lo ha sacado de aquí, diga dónde lo ha puesto para que yo vaya a buscarlo.”
16 Jesús le dijo: ¡María! Girándose, ¡ella le dijo en hebreo, Rabboni! (es decir, Maestro).
17 Jesús le dijo: No me pongas las manos encima, porque no he subido al Padre; sino ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre, a tu Padre, a mi Dios y a tu Dios.
18 María Magdalena fue con las noticias a los discípulos, y dijo que había visto al Señor y que él le había dicho estas cosas.
19 Al atardecer de ese día, el primer día de la semana, cuando, por temor a los judíos, se cerraron las puertas donde estaban los discípulos, Jesús se les apareció y les dijo: ¡Que la paz sea con ustedes!
20 Y cuando hubo dicho esto, les dejó ver sus manos y su costado. Entonces los discípulos se alegraron cuando vieron al Señor.
21 Y Jesús les dijo otra vez: ¡Que la paz esté con ustedes! Como el Padre me envió, aun así ahora les envío.
22 Y cuando hubo dicho esto, sopló sobre ellos, les dijo: Reciban el Espíritu Santo.
23 Cualquiera a quien haya perdonado, será libre de sus pecados; y quienes no se los perdonen, les quedarán sin perdonar.
24 Ahora Tomás, uno de los doce, llamado Gemelo, no estaba con ellos cuando Jesús vino.