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Hechos 8:6-37 in Spanish

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Hechos 8:6-37 in La Biblia en Español Sencillo

6 Y todo el pueblo puso atención a las palabras que Felipe dijo, cuando vieron las señales que él hizo.
7 Porque salían espíritus inmundos de los que los tenían, salían estos clamando a gran voz; y una cantidad de aquellos que estaban enfermos y paralíticos y cojos en su cuerpo quedaron bien.
8 Y hubo mucha alegría en esa ciudad.
9 Pero había un hombre llamado Simón, que en el pasado había ejercido la magia y había engañado a la gente de Samaria, diciendo que él mismo era un gran hombre:
10 A quienes todos ellos prestaron atención, desde el más pequeño al más grande, diciendo: Este es gran poder de Dios.
11 Y le prestaron atención, porque con sus artes mágicas les había engañado durante mucho tiempo.
12 Pero cuando tuvieron fe en las buenas nuevas dadas por Felipe acerca del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, varios hombres y mujeres se bautizaron.
13 Y el mismo Simón tuvo fe y, habiendo sido bautizado, fue con Felipe, y viendo las señales y las grandes maravillas que hizo, se llenó de sorpresa.
14 Cuando los apóstoles en Jerusalén recibieron noticias de que la gente de Samaria había tomado la palabra de Dios en sus corazones, les enviaron a Pedro y a Juan;
15 Y cuando llegaron, oraron por ellos, para que les sea dado el Espíritu Santo;
16 porque hasta aquel momento no había descendido en ninguno de ellos; solo se les había dado el bautismo en el nombre del Señor Jesús.
17 Entonces pusieron sus manos sobre ellos, y el Espíritu Santo vino sobre ellos.
18 Cuando Simón vio que el Espíritu Santo había sido dado por el toque de las manos de los Apóstoles, les hizo una ofrenda de dinero, diciendo:
19 Dame este poder, para que cuando ponga mis manos sobre cualquiera, él reciba el Santo Espíritu.
20 Pero Pedro dijo: Que tu dinero venga a la destrucción contigo, porque tuviste la idea de que lo que se da gratuitamente por Dios puede obtenerse por un precio.
21 No tienes parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no está bien delante de Dios.
22 Arrepiéntete, pues, y ora a Dios para que tengas perdón por tus malos pensamientos.
23 Porque veo que estás preso en la amarga envidia y las cadenas del pecado.
24 Entonces Simón, respondiendo, dijo: Ruega al Señor, para que no me sobrevenga esto que has dicho.
25 Y ellos, habiendo dado su testimonio, y hablando la palabra del Señor, volvieron a Jerusalén, y dieron las buenas nuevas en el camino en varias ciudades pequeñas de Samaria.
26 Pero el ángel del Señor dijo a Felipe: Levántate y ve hacia el sur, al camino que va de Jerusalén a Gaza, por el desierto.
27 Y él fue y hubo un hombre de Etiopía, un siervo de gran autoridad bajo Candace, reina de los etíopes, y administrador de todas sus propiedades, que habían venido a Jerusalén para adoración;
28 Regresó, sentado en su carro, y estaba leyendo el libro del profeta Isaías.
29 Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate, y sube a su carro.
30 Y Felipe, corriendo hacia él, vio que estaba leyendo al profeta Isaías, y le dijo: ¿Está claro para ti, entiendes lo que lees?
31 Y él dijo: ¿Cómo es posible cuando no tengo nadie que me enseñe? Y él hizo que Felipe se pusiera de su lado.
32 Ahora el lugar en el libro donde estaba leyendo era éste: fue tomado, como una oveja, para ser muerto; y como un cordero está quieto cuando se corta la lana, tampoco hizo ningún ruido.
33 En su humillación, su causa no fue escuchada: ¿Mas su generación quién la contará? porque su vida está separada de la tierra.
34 Y el etíope dijo a Felipe: ¿De quién son estas palabras dichas por el profeta? sobre sí mismo, o algún otro?
35 Así que Felipe, a partir de este escrito, le dio las buenas nuevas acerca de Jesús.
36 Y mientras iban en camino, llegaron a un lugar donde había agua, y el etíope dijo: Mira, aquí hay agua; ¿Por qué no puedo tener el bautismo?
37 Si crees de todo corazón, puedes, y respondiendo dijo: creo que Jesucristo es él hijo de Dios.
Hechos 8 in La Biblia en Español Sencillo

Hechos 8:6-37 in Santa Biblia — Reina Valera 1909

6 Y las gentes escuchaban atentamente unánimes las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía.
7 Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados:
8 Así que había gran gozo en aquella ciudad.
9 Y había un hombre llamado Simón, el cual había sido antes mágico en aquella ciudad, y había engañado la gente de Samaria, diciéndose ser algún grande:
10 Al cual oían todos atentamente desde el más pequeño hasta el más grande, diciendo: Este es la gran virtud de Dios.
11 Y le estaban atentos, porque con sus artes mágicas los había embelesado mucho tiempo.
12 Mas cuando creyeron á Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres.
13 El mismo Simón creyó también entonces, y bautizándose, se llegó á Felipe: y viendo los milagros y grandes maravillas que se hacían, estaba atónito.
14 Y los apóstoles que estaban en Jerusalem, habiendo oído que Samaria había recibido la palabra de Dios, les enviaron á Pedro y á Juan:
15 Los cuales venidos, oraron por ellos, para que recibiesen el Espíritu Santo;
16 (Porque aun no había descendido sobre ninguno de ellos, mas solamente eran bautizados en el nombre de Jesús.)
17 Entonces les impusieron las manos, y recibieron el Espíritu Santo.
18 Y como vió Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero,
19 Diciendo: Dadme también á mí esta potestad, que á cualquiera que pusiere las manos encima, reciba el Espíritu Santo.
20 Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, que piensas que el don de Dios se gane por dinero.
21 No tienes tú parte ni suerte en este negocio; porque tu corazón no es recto delante de Dios.
22 Arrepiéntete pues de esta tu maldad, y ruega á Dios, si quizás te será perdonado el pensamiento de tu corazón.
23 Porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás.
24 Respondiendo entonces Simón, dijo: Rogad vosotros por mí al Señor, que ninguna cosa de estas que habéis dicho, venga sobre mí.
25 Y ellos, habiendo testificado y hablado la palabra de Dios, se volvieron á Jerusalem, y en muchas tierras de los Samaritanos anunciaron el evangelio.
26 Empero el ángel del Señor habló á Felipe, diciendo: Levántate y ve hacia el mediodía, al camino que desciende de Jerusalem á Gaza, el cual es desierto.
27 Entonces él se levantó, y fué: y he aquí un Etiope, eunuco, gobernador de Candace, reina de los Etiopes, el cual era puesto sobre todos sus tesoros, y había venido á adorar á Jerusalem,
28 Se volvía sentado en su carro, y leyendo el profeta Isaías.
29 Y el Espíritu dijo á Felipe: Llégate, y júntate á este carro.
30 Y acudiendo Felipe, le oyó que leía el profeta Isaías, y dijo: Mas ¿entiendes lo que lees?
31 Y él dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó á Felipe que subiese, y se sentase con él.
32 Y el lugar de la Escritura que leía, era éste: Como oveja á la muerte fué llevado; y como cordero mudo delante del que le trasquila, así no abrió su boca:
33 En su humillación su juicio fué quitado: mas su generación, ¿quién la contará? porque es quitada de la tierra su vida.
34 Y respondiendo el eunuco á Felipe, dijo: Ruégote ¿de quién el profeta dice esto? ¿de sí, ó de otro alguno?
35 Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús.
36 Y yendo por el camino, llegaron á cierta agua; y dijo el eunuco: He aquí agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?
37 Y Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.
Hechos 8 in Santa Biblia — Reina Valera 1909

Hechos 8:6-37 in Versión Biblia Libre

6 Cuando las multitudes oyeron lo que Felipe decía y vieron los milagros que hacía, prestaron atención a lo que les estaba diciendo.
7 Y muchos fueron liberados de posesión de espíritus malignos que gritaban al salir, y muchos que estaban cojos o discapacitados fueron sanados.
8 La gente que vivía en la ciudad estaba feliz en gran manera.
9 Había, pues, un hombre llamado Simón, que vivía en la ciudad donde se solía practicar la hechicería. Él afirmaba ser muy importante, y había asombrado al pueblo de Samaria,
10 de modo que todos le prestaban atención. Desde la persona más pequeña hasta la más grande en la sociedad decían: “Este hombre es ‘El Gran Poder de Dios.’”
11 Y estaban impresionados de él porque los había asombrado con su magia por mucho tiempo.
12 Pero cuando creyeron en lo que Felipe les dijo acerca de la buena nueva sobre el reino de Dios y el nombre de Jesucristo, hombres y mujeres se bautizaron.
13 Y Simón también creyó y fue bautizado. Y acompañó a Felipe, sorprendido por las señales milagrosas y las maravillas que veía.
14 Cuando los apóstoles estuvieron de regreso en Jerusalén y oyeron que la gente de Samaria había aceptado la palabra de Dios, enviaron a Pedro y a Juan a visitarlos.
15 Y cuando llegaron, oraron por los conversos de Samaria para que recibieran el Espíritu Santo.
16 Este no había sido derramado sobre ninguno de estos conversos aun, pues solamente habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús.
17 Así que los apóstoles pusieron sus manos sobre ellos, y recibieron el Espíritu Santo.
18 Cuando Simón vio que el Espíritu Santo era recibido por las personas cuando los apóstoles colocaban sus manos sobre ellas, les ofreció dinero.
19 “Dénme este poder también,” les pidió, “para que cualquiera sobre el cual yo coloque mis manos, reciba el Espíritu Santo.”
20 “Ojalá tu dinero sea destruido contigo, por pensar que el don de Dios puede comprarse” respondió Pedro.
21 Tú no eres parte de esto. No tienes parte en esta obra, porque ante los ojos de Dios tu actitud está completamente equivocada.
22 ¡Arrepiéntete de tu mal camino! Ora al Señor y pídele perdón por pensar de esta manera.
23 Puedo ver que estás lleno de una amarga envidia, y estás encadenado por tu propio pecado.”
24 “¡Por favor, ora por mí para que no me ocurra nada de lo que has dicho!” respondió Simón.
25 Después de haber dado su testimonio y de haber predicado la palabra de Dios, regresaron a Jerusalén, compartiendo la buena nueva en muchas aldeas de Samaria a lo largo del camino.
26 Y un ángel del Señor le dijo a Felipe: “Alístense y vayan al sur, al camino desierto que lleva de Jerusalén a Gaza.”
27 Entonces Felipe emprendió el viaje y se encontró con un hombre etíope, un eunuco que tenía una posición importante en el servicio de Candace, reina de Etiopía. Este eunuco era el tesorero jefe. Había ido a Jerusalén para adorar,
28 y venía de regreso de su viaje, sentado en su carruaje. Estaba leyendo en voz alta una parte del libro de Isaías.
29 Entonces el Espíritu le dijo a Felipe: “Ve y acércate más a ese carruaje.”
30 Y Felipe corrió hacia allá, y escuchó al hombre que leía un texto del profeta Isaías. “¿Entiendes lo que estás leyendo?” le preguntó Felipe.
31 “¿Cómo podría entender, si no hay quien me explique?” respondió el hombre. Entonces invitó a Felipe a subirse al carruaje y sentarse junto a él.
32 Y el texto de la Escritura que estaba leyendo era este: “Como oveja, fue llevado al matadero; y como cordero que enmudece ante su trasquilador, ni siquiera abrió su boca.
33 Lo humillaron y no le hicieron justicia. ¿Quién describirá su descendencia? Porque su vida fue arrancada de la tierra.”
34 Entonces el eunuco le preguntó a Felipe: “Dime, ¿de quién está hablando este profeta? ¿Es acaso de sí mismo, o de otra persona?”
35 Entonces Felipe comenzó a explicarle, partiendo de este texto, y hablándole de Jesús.
36 A medida que continuaban el camino, llegaron a un lugar donde había agua. Entonces el eunuco dijo: “Mira, aquí hay agua, ¿por qué no me bautizas?”
Hechos 8 in Versión Biblia Libre