27 Pero el hombre que estaba haciendo mal a su prójimo, empujo a Moisés, le dijo: ¿Quién te nombró gobernante y juez sobre nosotros?
28 ¿Me matarás como lo hiciste con el egipcio ayer?
29 Y al decir estas palabras, Moisés huyó a la tierra de Madián, y vivió allí un tiempo, y tuvo dos hijos.
30 Al cabo de cuarenta años, un ángel se le acercó en el desierto del Sinaí, en la llama de un árbol ardiente y espinoso.
31 Y Moisés, al verlo, se maravilló, y cuando se acercó para tener una visión más cercana de él, la voz del Señor vino a él, diciendo:
32 Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham y de Isaac y de Jacob Y Moisés, temblando de miedo, evitó que sus ojos lo miraran.
33 Y el Señor dijo: Quítate los zapatos de tus pies, porque el lugar donde estás es santo.
34 En verdad, he visto el sufrimiento de mi pueblo en Egipto, y sus clamores han venido a mis oídos, y he descendido para librarlos; y ahora, ven, te enviaré a Egipto.
35 Este Moisés, a quien no quisieron, diciendo: ¿Quién te hizo gobernante y juez? Dios lo envió para ser gobernante y salvador, por mano del ángel que vio en el árbol de la zarza.
36 Este los sacó, habiendo hecho maravillas y señales en Egipto, en el Mar Rojo y en el desierto, por cuarenta años.
37 Este es el mismo Moisés, que dijo a los hijos de Israel: Dios te dará un profeta de entre tus hermanos, como yo;
38 Este es el hombre que estaba en la asamblea en el desierto, con el ángel que le hablaba en el Sinaí, y con nuestros padres; y a él se le dieron las palabras vivas de Dios, para que él las pasara a nosotros.