27 Y es muy peligroso, no solo de que nuestro oficio se desacredite en la opinión de los hombres, sino que el lugar sagrado de la gran diosa Diana ya no sea honrado, y aquella a quien toda Asia y el mundo adoran, será relegado desde su posición más alta.
28 Al oír esto, se enojaron mucho, gritando y diciendo: ¡Grande es Diana de Éfeso!
29 Y la ciudad estaba llena de ruido y confusion, y todos ellos entraron corriendo en el teatro, tomando por la fuerza a Gayo y Aristarco, hombres de Macedonia que viajaban en compañía de Pablo.
30 Y cuando Pablo estaba por entrar al pueblo, los discípulos no se lo permitieron.
31 Y algunos de los gobernantes de Asia, siendo sus amigos, le enviaron, pidiéndole seriamente que no se pusiera en peligro al ir al teatro.
32 Y algunos dijeron una cosa, y otra cosa: porque no había orden en la reunión; y la mayoría de ellos no tenían idea de por qué se habían reunido.