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Versión Biblia Libre - Salmos - Salmos 119

Salmos 119:92-128

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92Si no fuera porque amo tus enseñanzas, mi sufrimiento me habría matado.
93Nunca olvidaré tus instrucciones, porque a través de ellas me das vida.
94Soy tuyo, Señor. ¡Sálvame! Sabes que con devoción sigo tus principios.
95Aunque los malvados están esperando para tomarme por sorpresa y matarme, mantendré mi pensamiento enfocado en tus enseñanzas.
96Reconozco que la perfección humana tiene límites, pero tus leyes no tienen límites.
97¡Cuánto amo tu ley! En ella medito de día y de noche.
98Tus mandamientos me han hecho más sabio que mis enemigos, porque siempre estoy pensando en tus instrucciones.
99De hecho, he adquirido mayor entendimiento que todos mis maestros, porque dedico mi tiempo a meditar en tus enseñanzas.
100Hasta mi entendimiento supera al de los ancianos, porque sigo tus caminos.
101Evito hacer cualquier cosa que conduzca al mal, porque quiero seguir fiel a tu palabra.
102Nunca he rechazado tus enseñanzas porque tu mismo me has enseñado lo que debo hacer.
103Tus palabras son dulces para mi. Más dulces que la miel en mi boca.
104Mi entendimiento aumenta al escuchar tu palabra. Por ello aborrezco los caminos del engaño.
105Tu palabra es una lámpara que me muestra por dónde caminar. Y es una luz en mi camino.
106¡He hecho una promesa, y la mantendré! ¡Seguiré tus principios porque son rectos!
107¡Señor, mira cuánto estoy sufriendo! Por favor, déjame vivir, tal como me lo has prometido.
108Por favor, Señor, acepta mi ofrenda de adoración que te traigo de todo corazón. Enséñame tus principios.
109Mi vida siempre está en peligro, pero nunca me olvidaré de tu ley.
110Los malvados me han tendido trampas, pero no me alejaré de tus mandamientos.
111Siempre me aferraré a tus enseñanzas porque tu palabra me llena de felicidad.
112He decidido seguir tus enseñanzas hasta el final.
113Aborrezco a los hipócritas pero amo tu ley.
114Tú me mantienes a salvo y me defiendes. Tu palabra alimenta mi esperanza.
115Déjenme en paz, hombres malvados. Déjenme seguir los mandamientos de mi Dios.
116Sé mi sostén, Señor, como me lo has prometido, para poder seguir viviendo. No dejes que mi esperanza se convierta en desánimo.
117Sé mi consuelo, para ser salvo y seguir atendiendo tus enseñanzas.
118Tú aborreces a los que no te obedecen. Ellos se engañan a sí mismos con una vida de mentiras.
119Tú tratas a los perversos en la tierra como seres despreciables que han de ser desechados. Por eso amo tu ley.
120¡Me estremezco al pensar en ti, y te temo por tus juicios!
121He hecho lo justo y lo recto. Por ello, no me abandones en manos de mis enemigos.
122Por favor, prométeme que cuidarás de mi tu siervo. No dejes que los arrogantes me maltraten.
123Mis ojos están cansados de esperar tu salvación, tratando de ver cumplida tu promesa de hacer buenas todas las cosas.
124A mi, que soy tu siervo, trátame según tu amor y fidelidad. Enséñame tu voluntad.
125Soy tu siervo. Por favor, dame discernimiento para entender tus enseñanzas.
126Señor, ya es hora de que actúes respecto a estas personas que han quebrantado tus leyes.
127Por ello amo tus mandamientos más que el oro. Más que el oro puro.
128Cada uno de tus principios es justo. Por ello aborrezco los caminos del engaño.

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