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Versión Biblia Libre - Juan - Juan 11

Juan 11:19-55

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19y muchos judíos habían venido a consolar a María y Marta ante la pérdida de su hermano.
20Cuando Marta supo que Jesús venía, salió a su encuentro, pero María se quedó en casa.
21Marta le dijo a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
22“Pero estoy segura de que incluso ahora Dios te concederá cualquier cosa que le pidas.”
23Jesús le dijo: “Tu hermano se levantará de nuevo.”
24“Sé que se levantará en la resurrección, en el día final,” respondió Marta.
25Jesús dijo: “Yo soy la resurrección y la vida. Aquellos que creen en mí, vivirán aunque mueran.
26Todos los que viven en mí y creen en mí, no morirán jamás. ¿Crees esto?”
27“Sí, Señor,” respondió ella, “Yo creo que eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que esperábamos que viniera al mundo.”
28Cuando ella terminó de decir esto, fue y le dijo a su hermana María, en privado: “El Maestro está aquí y ha dicho que quiere verte.”
29Tan pronto escuchó esto, María se levantó y fue a verlo.
30Jesús todavía no había llegado a la aldea. Aún estaba en el lugar donde Marta lo había ido a recibir.
31Los judíos que habían estado consolando a María en la casa vieron cómo ella se levantó rápidamente y salió. Entonces la siguieron, pensado que se dirigía a la tumba a llorar.
32Cuando María llegó al lugar donde estaba Jesús y lo vio, se postró a sus pies y dijo: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.”
33Cuando la vio llorando a ella y a los judíos que habían venido con ella, Jesús se sintió atribulado y triste.
34“¿Dónde lo han puesto?” preguntó él. Ellos respondieron: “Señor, ven y ve.”
35Entonces Jesús también lloró.
36“Miren cuánto lo amaba,” dijeron los judíos.
37Pero algunos de ellos decían: “Si pudo abrir los ojos de un hombre ciego, ¿no podía haber impedido la muerte de Lázaro?”
38Muy atribulado, Jesús se dirigió a la tumba. Era una cueva con una gran piedra que tapaba la entrada.
39“Quiten la piedra,” les dijo Jesús. Pero Marta, la hermana del difunto, dijo: “Señor, en este momento ya debe haber mal olor porque él ha estado muerto por cuatro días.”
40“¿No te dije que si crees en mi verás la Gloria de Dios?” respondió Jesús.
41Entonces quitaron la piedra. Jesús levantó su mirada hacia el cielo y dijo: “Padre, gracias por escucharme.
42Yo sé que siempre me escuchas. Dije esto por causa de la multitud que está aquí, a fin de que crean que tú me enviaste.”
43Después de decir esto, Jesús dijo en voz alta: “¡Lázaro, sal de ahí!”
44El difunto salió. Sus manos y sus pies estaban envueltos con tiras de lino, y su cabeza estaba envuelta con un paño. “Quítenle las vendas y déjenlo ir,” les dijo Jesús.
45Como consecuencia de esto, muchos de los judíos que habían venido a consolar a María y que vieron lo que Jesús hizo, creyeron en él.
46Pero otros fueron donde los Fariseos y les contaron lo que Jesús había hecho.
47Entonces el jefe de los sacerdotes y los Fariseos convocaron una reunión del Concilio Supremo. “¿Qué haremos?” preguntaban. “Este hombre está haciendo muchos milagros.
48Si dejamos que siga, todos creerán en él, y entonces los romanos destruirán tanto el Templo como nuestra nación.”
49“¡Ustedes no entienden nada!” dijo Caifás, quien era el Sumo sacerdote en ese año.
50“¿Acaso no se dan cuenta de que es mejor para ustedes que un solo hombre muera por el pueblo y no que toda la nación sea destruida?”
51Él no decía esto por su propia cuenta, sino que como Sumo sacerdote en ese año, él estaba profetizando que Jesús moriría por la nación.
52Y no solo por la nación judía, sino por todos los hijos de Dios que estaban esparcidos, a fin de que volvieran a reunirse y ser un solo pueblo.
53A partir de ese momento, ellos conspiraban sobre cómo podían matar a Jesús.
54De modo que Jesús no viajaba de manera pública entre los judíos sino que se fue a una ciudad llamada Efraín, en la región cercana al desierto, y permaneció allí con sus discípulos.
55Ya casi era la fecha de la celebración de la Pascua judía, y mucha gente se fue del campo hasta Jerusalén para purificarse para la Pascua.

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