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Versión Biblia Libre - Hechos - Hechos 17

Hechos 17:2-29

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2Como de costumbre, Pablo entró a la sinagoga y durante tres sábados debatió con ellos, usando las Escrituras.
3Entonces les explicó su significado, demostrándoles que el Mesías tenía que Morir y resucitar. “Este Jesús del cual les hablo, es el Mesías,” les dijo.
4Y algunos de ellos se convencieron y se unieron a Pablo y a Silas, junto con muchos adoradores griegos y algunas mujeres influyentes de la ciudad.
5Pero los judíos se pudieron celosos y junto a unos agitadores que encontraron en la plaza del mercado formaron una turba. Y se amotinaron en la ciudad, y atacaron la casa de Jasón. Entonces trataron de encontrar a Pablo y a Silas para presentarlos ante la gente.
6Pero como no pudieron encontrarlos, arrastraron a Jasón y a otros creyentes ante los líderes de la ciudad, gritando: “A estas personas se les conoce por estar causando problemas y desorden. Ahora vinieron aquí,
7y Jasón los ha recibido en su casa. Todos ellos desafían los decretos del César, cometiendo traición al decir que hay otro rey, llamado Jesús.”
8El pueblo y los líderes de la ciudad estaban muy perturbados al escuchar esto.
9Entonces obligaron a Jasón y a los otros a pagar fianza antes de dejarlos ir.
10Los creyentes hicieron salir a Pablo y Silas hacia Berea esa misma noche. Y cuando llegaron allí, fueron a la sinagoga judía.
11La gente de allí tenía mejor actitud que los de Tesalónica, pues aceptaron rápidamente la palabra, y examinaban las Escrituras cada día para asegurarse de que era correcto lo que les enseñaban.
12Como resultado de esto, muchos se convirtieron en creyentes, así mismo algunas mujeres y hombres griegos que tenían cargos importantes.
13Pero cuando los judíos de Tesalónica oyeron que Pablo también estaba predicando la palabra en Berea, fueron hasta allá, y causaron los mismos disturbios, provocando a las multitudes.
14De inmediato los creyentes enviaron a Pablo a la costa, mientras que Silas y Timoteo se quedaron.
15Y los que acompañaban a Pablo lo llevaron muy lejos, hasta Atenas, y regresaron con instrucciones que Pablo envió a Silas y a Timoteo para que ellos fueran a acompañarlo tan pronto como fuera posible.
16Mientras los esperaba en Atenas, Pablo estaba muy perturbado al ver la idolatría que se practicaba en la ciudad.
17Él debatía en la sinagoga con los judíos y con los adoradores de Dios, así como también lo hacía en las plazas del mercado con los que se encontraba cada día.
18Algunos filósofos epicúreos y estoicos también discutían con él. “¿De qué habla este hombre?” Se preguntaban. Y otros concluían: “Parece que enseña sobre dioses extranjeros,” porque hablaba sobre Jesús y la resurrección.
19Entonces lo llevaron al Aerópago, y le pidieron: “Por favor háblanos sobre esta nueva enseñanza que estás promoviendo.
20Hemos oído de ti cosas que para nosotros son extrañas, por eso nos gustaría saber lo que significan.”
21(Todos los atenienses, incluyendo a los extranjeros que vivían allí, pasaban todo el tiempo sin hacer nada más que explicar o escuchar sobre cosas nuevas).
22Entonces Pablo se puso en pie en medio del Aerópago y dijo: “Pueblo de Atenas, puedo ver que ustedes son muy devotos en todo.
23Y mientras caminaba, viendo sus santuarios, encontré un altar que tenía la inscripción, “A un Dios no conocido.” Este Dios no conocido a quien ustedes adoran es el que yo les estoy describiendo.
24El Dios que creó el mundo y todo lo que hay en él, el Señor del cielo y la tierra, no vive en los templos que nosotros hacemos.
25Él no necesita que le sirvamos, como si él necesitara de alguna cosa, porque él es la fuente de vida de todo ser vivo.
26De un solo hombre él hizo a todos los pueblos que viven en la tierra, y decidió de antemano cuándo y dónde debían vivir.
27El propósito de Dios era que ellos lo buscaran, esperando que ellos se acercaran a él y lo encontraran, aunque él no está lejos de ninguno de nosotros.
28En él vivimos, nos movemos y existimos. Tal como escribieron los mismos poetas de entre ustedes: “Somos su familia.”
29Ya que somos su familia, no debemos pensar que Dios es como el oro, la plata o una piedra moldeada por arte y pensamiento humano.

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