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Versión Biblia Libre - Hechos - Hechos 16

Hechos 16:2-31

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2Y los hermanos en Listra e Iconio hablaron bien de él.
3Pablo quería que Timoteo viajara con él, así que lo circuncidó porque todos los judíos de la región sabían que el padre de Timoteo era griego.
4Y mientras pasaban por las diferentes ciudades, enseñaban los requisitos que los apóstoles y ancianos en Jerusalén habían dicho que debían observarse.
5Las iglesias fueron fortalecidas en su fe en el Señor, y cada día aumentaban los miembros.
6Viajaron también por los distritos de Frigia y Galacia, pues el Espíritu Santo los advirtió de ir a la provincia de Asia para predicar la palabra.
7Cuando llegaron a la frontera de Misia trataron de entrar a Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no los dejó entrar.
8Así que pasaron por Misia y descendieron a Troas.
9Allí Pablo vio en visión durante la noche a un hombre de Macedonia en pie, rogándole: “¡Por favor, ven a Macedonia a ayudarnos!”
10Y después que Pablo tuvo esta visión, hicimos arreglos de inmediato para ir a Macedonia, pues concluimos que Dios nos había llamado para predicar la buena noticia con ellos.
11Entonces partimos navegando desde Troas directo hasta Samotracia. Al día siguiente continuamos hasta Neápolis,
12y de allí hasta Filipos, que es la ciudad más importante de Macedonia, y también una colonia romana. Y nos quedamos en esta ciudad durante varios días.
13El sábado salimos por las puertas de la ciudad hacia las orillas del río, donde pensábamos que la gente iría a orar. Entonces nos sentamos y hablamos con las mujeres que se habían reunido allí.
14Una de ellas se llamaba Lidia, era de la ciudad de Tiatira y vendía paños de púrpura. Era una adoradora de Dios, y nos escuchó. Entonces el Señor abrió su mente a lo que Pablo le decía, y ella aceptó lo que él le dijo.
15Después que ella y toda su casa se bautizaron, nos rogó: “Si ustedes realmente creen que estoy comprometida con el Señor, vengan y quédense en mi casa.” Y siguió insistiendo hasta que aceptamos.
16Un día, cuando descendíamos al lugar de la oración, conocimos a una joven esclava que estaba poseída por un espíritu maligno. Ella ganaba para sus amos mucho dinero a través de la adivinación.
17Esta chica siguió a Pablo y al resto de nosotros por todos los lugares, gritando: “Estos hombres son siervos del Dios Todopoderoso. ¡Ellos dicen cómo se puede ser salvo!”
18Y siguió haciendo esto por varios días. Pero esto molestó a Pablo, así que se dio vuelta y le dijo al espíritu: “¡En el nombre de Jesucristo te ordeno que salgas de ella!” Y el espíritu salió de ella inmediatamente.
19Pero cuando sus amos vieron que la joven había perdido sus medios para ganar dinero, agarraron a Pablo y a Silas y los llevaron a rastras ante las autoridades que estaban en la plaza del mercado.
20Y los llevaron ante los magistrados, acusándolos: “Estos hombres judíos están causando grandes disturbios en nuestra ciudad,” decían.
21“Están enseñando ideas que son ilegales para nosotros como romanos, y que no aceptamos ni practicamos.”
22Entonces la multitud se reunió para atacarlos. Los magistrados rasgaron la ropa de Pablo y Silas, y ordenaron que fueran golpeados con varas.
23Y después de darles una golpiza severa, los metieron en la prisión, ordenándole al carcelero que los mantuviera bajo llave.
24El carcelero siguió las órdenes. Y metió a Pablo y a Silas en la celda interna y encadenó sus pies en el cepo.
25Cerca de la media noche Pablo y Silas estaban orando y cantando alabanzas a Dios, y los demás prisioneros los escuchaban.
26De repente un terrible terremoto sacudió los cimientos de la cárcel. De inmediato todas las puertas se abrieron y las cadenas de todos se cayeron.
27Entonces el carcelero despertó y vio que las puertas de la cárcel estaban abiertas. Y entonces sacó su espada, y estaba a punto de matarse, pensando que los prisioneros habían escapado.
28Pero Pablo gritó: “¡No te hagas daño, todavía estamos aquí!”
29Entonces el carcelero pidió que le trajeran lámparas y se apresuró. Temblando de miedo cayó a los pies de Pablo y Silas.
30Luego los acompañó hasta la puerta y les preguntó: “Señores, ¿qué necesito hacer para ser salvo?”
31“Cree en el Señor Jesús y serás salvo, tú y toda tu casa,” respondieron.

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